LA ÚLTIMA CENA
Y EL LAVADO DE LOS PIES
La clave para el más profundo significado de
este paso en el Camino del Cristiano Místico, puede ser encontrada
considerándose el significado interno de lo que Cristo Jesús, sirvió en la Cena: el pan
y el vino.
El pan es un producto de la inmaculada
concepción de la tierra; el
símbolo del principio femenino en el ser humano -el polo negativo del
Espíritu; el vino es producto de la uva, que nace de la tierra y representa el
principio masculino, -el polo positivo del Espíritu. Ambos vienen al mundo por medio de la
vida que se irradia a través de la todas las partes de la Tierra, el Espíritu
Crístico, el Espíritu Planetario, morador interno, y en verdad,
constituyen el cuerpo y la sangre de nuestro Salvador. No son meras palabras
las de Cristo Jesús, cuando
dice: “Tomad, bebed,
ésta es mi sangre del nuevo pacto”.
Durante la ceremonia de la Ultima Cena, Cristo Jesús estaba enseñando a Sus
Discípulos, que el misterio
de la transmutación se encontraba encarnado en el trigo y la uva. Repartir el pan y el vino, significa el dominio de los poderes
espirituales- la transmutación completa de la naturaleza inferior, en la trascendental gloria del Yo
Superior. En el laboratorio de su
propio cuerpo, el alquimista espiritual, trabaja la Piedra Filosofal,
-se convierte en esa joya luminosa y
resplandeciente, a medida que purifica y espiritualiza sus facultades y
vehículos por medio del “amor y servicio desinteresado” a
los demás.
Después que Cristo Jesús
terminó la ceremonia de la Ultima Cena,
realizó el rito místico del Lavado de los Pies. En ese
acto de humildad y gratitud, dio
ejemplo a Sus Seguidores, de la
necesidad del hombre de poseer esa inmensa cualidad. En la evolución espiritual, el ser se eleva dando y sirviendo a los
demás, y aquellos a quienes
sirve y exalta, son los grados que forman la escalera
que nos ayuda a escalar las alturas. Ellos se benefician por la enseñanza recibida, pero,
al mismo tiempo, proveen las oportunidades benditas para el progreso por medio
del servicio y sin duda alguna, con ellos se contrae una deuda de gratitud.
Teniendo subyugado todo orgullo e hipocresía, el aspirante adquiere una
conciencia tan amplia, que expresa
de modo natural, la humildad
simbolizada por el Lavado de los Pies.
Y así, un
día, será toda la
humanidad.