La mayor parte de la Humanidad no comprende por qué suceden las cosas. Piensa que la vida es una especie de lotería y no le encuentra ningún sentido a lo que le sucede, ni de bueno ni de malo. Sin embargo, cuando se estudia un poco de ocultismo y se familiariza uno con las dos leyes cósmicas fundamentales, la de Causa y Efecto o del Karma y la de Renacimiento, todo se aclara y cobra sentido. Y acaba de aclararse totalmente cuando se conoce la tercera ley cósmica, que establece que todo trabaja para el bien, es decir, que todo acaba siempre conduciendo al bien. El servir, pues, es inevitable porque “vivir es servir”. Ese servicio, sin embargo, puede prestarse consciente o inconscientemente. Y, si se presta concientemente, es decir, sabiendo que se presta, puede hacerse con deseo de servir o puede hacerse protestando y pataleando. En el primer caso, la evolución será rápida y las vidas sin grandes sobresaltos. En el segundo, será lentísima, y las vidas, una sucesión de desgracias y problemas de todo tipo, y el karma producido, cada vez mayor. El cartero que pasó, de saberlo y patalear, a saberlo y servir a gusto. Todo hace bien a alguien, aunque, a primera vista parezca totalmente negativo. Si alguien me roba, de momento me perjudica pero, al mismo tiempo, me presta el servicio de darme cuenta de lo negativo que es robar, y de que, lo que tengo lo puedo perder en cualquier momento, luego no he de valorarlo como algo que forme parte de mí ni basar en su posesión mi felicidad. En cuanto al ladrón, si es detenido y sancionado, tendrá ocasión de reflexionar y reinsertarse en la sociedad. Y, si no, tras la muerte, experimentará en el Purgatorio todo el daño que me hizo y la aprenderá definitivamente para ponerla en práctica en la siguiente vida. Y, si ni en ésa lo hiciese, se repetiría el proceso las veces que fuesen necesarias para que la aprendiese. Luego el mal inicial, desembocará, en todo caso, en bien para los dos. Y lo dicho para el que roba sirve para el que de cualquier modo perjudica a otro con sus pensamientos, deseos, palabras, obras u omisiones. Por eso la Humanidad mejora. Por eso la Humanidad evoluciona hacia mejor. Porque todo conduce al bien. La evolución, pues, sólo es posible mediante la vida. Y la vida, como hemos visto, es servicio. Luego, sólo es posible evolucionar mediante el servicio. Todos formamos un organismo, ya que somos células en el cuerpo de Dios, centros de conciencia suyos y, por tanto, sin poderlo evitar, todo lo que cada uno hace, repercute en todos, para bien o para mal, de modo inmediato aunque, de modo mediato, siempre para bien, pues a alguien le sirve para aprender y avanzar, como hemos visto. Se nos ha enseñado que Dios crea por amor. Pero, a poco que meditemos, comprobaremos que el amor sólo tiene una manera de manifestarse: el servicio. Porque, ¿cómo podemos definir el amor? ¿No es lo que nos hace sacrificarlo todo por la felicidad del ser amado? ¿Y qué es ese “sacrificarlo todo” sino poner a su disposición nuestras capacidades y posibilidades para ayudarle a ser feliz, es decir, servirle? ¿Quién, en nuestro concepto, nos ha amado más? Sin duda, nuestra madre. Porque su amor ha sido un amor verdadero, sin esperar correspondencia, un amor seguro. En ella hemos encontrado cada uno de nosotros un cobijo seguro, un refugio a prueba de suspicacias y traiciones y engaños, un consuelo cuando lo hemos necesitado, una ayuda desinteresada cuando nos ha hecho falta, una caricia cuando hemos estado deseosos de ella, una comprensión sin límites, un defensor a ultranza… ¿Y todo eso que nos parece tan maravilloso, qué es? Sencillamente, servicio. Cuando examinamos nuestra vida, toda nuestra vida bajo este prisma, pronto nos damos cuenta de que, desde el mismo momento de nacer, y aún antes, no hemos hecho otra cosa que recibir servicios de otros y prestar servicios a otros. Quiero mencionar un fragmento del Libro de Urantia que dice así: Veintiún pasos hacia un despertar espiritual La sabiduría del Libro de Urantia de Harry McMullan, III Traducción de Ángel Sánchez-Escobar Paso 17: Servimos a los demás Estamos trabajando juntos con más iniciativa y entusiasmo para servir a nuestros semejantes de forma duradera, reconociendo que así servimos y honramos al Padre que está en los cielos. La fe constituye la base de nuestra vida espiritual, pero se manifiesta en el servicio a los demás. Bajo la guía de Dios, mediante nuestra presencia, cada día se abren los corazones, se inspiran las mentes y hay personas que se sienten mejor. El hecho de vivir en la serenidad de Dios nunca nos impide que realicemos nuestras responsabilidades diarias o seamos indiferentes al necesitado o al que sufre. Sentimos el dolor de un gorrión cuando lo vemos en nuestro patio revolotear herido de muerte. Sentimos el viento de aguanieve soplar sobre las agrietadas mejillas del pescador y oímos como cruje la nieve bajo las botas sangrientas al paso de los soldados. Se nos cae la piel con el leproso, nos duele el corazón con el agricultor cuando el viento y la sequía le hace perder su cosecha. ¿Para quién debemos vivir si no es para los demás? ¿Es el propósito de la vida depositar grandes tesoros para que los herederos lo derrochen y lo desperdicien? Sólo lo que hacemos por los demás dura, el resto es polvo y cenizas, templos que los saqueadores desvalijan o quedan enterrados bajo la arena del desierto. El puente que construimos, ¿no es para que se cruce? Nuestras posesiones más duraderas, nuestros tesoros en los cielos, son solamente aquellas cosas que hacemos por los demás. El escenario de la vida no tiene propósito para aquellos que no están ahí, corriendo el telón o diciendo algunas líneas. Si nunca tenemos un papel en esa gran obra de la vida, nos podremos satisfacer como espectadores solamente; es el dar de nosotros lo que nos hace completos. Se acerca el momento de la tarea. Ya nunca más nos sentaremos a esperar a que se nos llame, porque el Padre hablará a cada uno de nosotros para decirnos de qué manera podemos servir mejor en su reino. Miles de millones de habitantes de la tierra padecen infortunios, esperan a alguien con quien compartir sus penas, a alguien que les cure las heridas y sea su hermano. Los que tienen buen corazón sienten las necesidades y el llanto del que sufre, y saben responder con sensatez ayudando de forma duradera, dando fuerzas a estas personas para que se ayuden a sí mismas. Este servicio, al extenderse, hará que perdure la alegría en los rostros de miles de personas. Sólo podemos servir de verdad si sentimos amor, porque sin amor nuestros gestos están vacíos, como el tinte de un tejido que se va con el agua. Para conocer nuestra forma de servir a los demás, debemos pedir al Padre que nos muestre nuestro papel en su plan, porque él nos ha asignado una labor específica que se nos desvelará de una manera intuitiva o posiblemente cuando las oportunidades vayan surgiendo. Hasta que no se nos abra la puerta a nuestro servicio, nuestra labor puede parecerse a las otras muchas personas, pero la mano del Padre nos guiará para que podamos hacer nuestro propio servicio y realizar nuestro destino. El servicio es la manifestación de la amor, y la amor es lo que da fuerzas al servicio. Cuanto más grande sea nuestro amor, mayor será nuestro deseo de realizar un servicio eficiente y duradero. Citas de El libro de Urantia Una de las lecciones más importantes que debéis aprender durante vuestra andadura mortal consiste en trabajar en equipo. [...] Hay pocas tareas en el universo para el que sirve en soledad. Cuanto más alto ascendáis, más solos os sentiréis cuando os encontréis, de forma temporal, sin la compañía de vuestros semejantes. (p.312§1; 28:5.14) El Servicio -el servicio con un fin determinado, -no la servidumbre- produce la satisfacción más alta y es expresión de la dignidad más divina. El servicio -más servicio, incremento de servicio, servicio difícil, servicio venturoso y finalmente servicio divino y perfecto- es la meta del tiempo y el destino del espacio. Pero por siempre se alternarán ciclos de esparcimiento con los ciclos de servicio progresivo. [...] (p.316§4; 28:6.17) Cuando se aplican las pruebas espirituales de la grandeza, los elementos morales no se desatienden, pero esa calidad de altruismo revelada en la labor desinteresada para el bienestar de tus semejantes en la tierra, en particular de aquellos seres dignos afligidos y con necesidades, es la verdadera medida de la grandeza planetaria.[...] (p.317§1; 28:6.20) Y cuando un ser humano encuentra a Dios, junto a una indescriptible sensación de triunfo, experimenta en su alma un estremecimiento al sentirse impulsado a servir por amor y a acercarse a semejantes suyos de menor percepción espiritual, no para revelar que ha encontrado a Dios, sino más bien para hacer que la eterna bondad que inunda y desborda su propia alma, los renueve y ennoblezca. La verdadera religión conduce al incremento del servicio social. (1121§6; 102:3.4) "Recuerda siempre que Dios no recompensa al hombre por lo que hace sino por lo que es; por tanto, socorre a tus semejantes sin pensar en recompensas. Haz el bien sin pensar en beneficiarte. [...]" (p.1452§3; 131:8.5) Cuando Jesús oyó esto, dijo: "Estad pues dispuestos a cumplir con vuestra responsabilidad y seguirme. Haced el bien en secreto; cuando hagáis limosna, que no sepa vuestra mano izquierda lo que hace vuestra derecha. [...]" (p.1577§5; 140:6.11) El Maestro se daba perfecta cuenta de que aparecerían en el mundo ciertos resultados sociales como consecuencia de la diseminación del evangelio del reino; pero era su intención que todas estas manifestaciones sociales deseables aparecieran como crecimientos inconscientes e inevitables, o frutos naturales, de la experiencia personal interior de cada uno de los creyentes, de la comunidad espiritual y de la comunión con el espíritu divino que mora en todos los creyentes y los motiva. (p.1865§2; 170:5.12) "Al que tiene, más le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, incluso lo poco que tiene le será quitado. No podéis quedaros quietos en los asuntos del reino eterno. Mi Padre solicita de todos sus hijos que crezcan en la gracia y en el conocimiento de la verdad. Vosotros que conocéis estas verdades debéis rendir cada vez más los frutos del espíritu y manifestar una devoción creciente al servicio desinteresado de aquellos semejantes que os sirven. Y recordad que, cuando ministréis incluso al más humilde de mis hermanos, a mí hacéis ese servicio. [...]" (p.1917§1; 176:3.5) Jesús enseñó que el servicio al prójimo es el concepto más elevado de la hermandad de los creyentes espirituales. La salvación debe darse por sentado por los que creen en la paternidad de Dios. La mayor preocupación del creyente no debe ser el deseo egoísta de la salvación personal sino más bien el impulso desinteresado al amor, y por lo tanto al servicio del prójimo así como Jesús amó y sirvió a los hombres mortales. (p.2017§4;188:4.9) Bien, ahora veamos, grosso modo, una vida corriente: a.- Para renacer necesitamos de la ayuda de unos padres que nos presten sus genes. Necesitamos a los ángeles que colocan el átomo simiente de nuestro cuerpo físico en el espermatozoide que fecundará el óvulo del que saldremos, y el arquetipo de nuestro cuerpo físico en el útero de la que será nuestra madre. b.- Durante los primeros veinte días de gestación, será nuestra madre la que formará el embrión. Y, pasados éstos y penetrado nuestro espíritu en su útero, seguirá colaborando con nosotros hasta los cuatro meses, momento en el que nuestro espíritu penetrará en el embrión y se encargará ya de la construcción. Pero ella seguirá proporcionándonos la sangre, el oxígeno y las materias necesarias para nuestro trabajo. c.- Durante la gestación y al ver la luz o, mejor dicho, para ver la luz, necesitamos los servicios de médicos, asistentes, enfermeras, etc. d.- Durante los primeros meses, necesitamos el pecho materno y, hasta unos años más tarde, sus cuidados, su atención permanente y su paciencia infinita y, sobre todo, su amor. e.- Nuestro padre, además de su colaboración en la fecundación, ordinariamente trabaja para aportar el sustento, nos cobija bajo su protección, se preocupa junto con la madre de nuestra educación, es feliz si lo somos y es desgraciado si somos desgraciados. f.- Los padres, pues, ya durante toda la vida viven a través de sus hijos, de modo que si éstos no son felices, ellos no pueden serlo. g.- Pero, durante la niñez y la adolescencia necesitamos de muchos más servicios: los maestros, los amigos, los médicos, los parientes y un sin numero de personas allí presentes con el fin de servir… h.- Y, sin darnos cuenta, nos introducimos en un intercambio de servicios. Porque, ¿quién cultiva y recolecta y manipula y vende y compra y cocina nuestros alimentos? ¿y quién hace posibles nuestros vestidos? ¿y quién nos transporta? ¿y quién nos entretiene mediante libros, periódicos, radio, televisión, cine, conferencias, viajes, etc., etc.? i.- Si bien se mira, en ningún momento estamos libres de utilizar algún servicio prestado por nuestro prójimo. Pero, no nos engañemos: porque, desde que empezamos a movernos en la sociedad, formamos parte también de los que prestan servicios a los demás. A los amigos, a los vecinos, a los conocidos, a los que nos ayudan, a los que nos oyen, a los que nos leen y hasta a los que nos perjudican. ¿A los que nos ayudan y a los que nos perjudican? ¡Naturalmente! Porque, por ejemplo, no podemos negar que el conductor del autobús nos presta un servicio. Pero nosotros, al utilizarlo, le prestamos a él otro, ya que hacemos posible que la línea funcione y él pueda trabajar y mantener a su familia, etc. Y tampoco podemos negar que al que nos perjudica le ayudamos siendo la víctima necesaria de sus negatividad, de las que más pronto o más tarde, aprenderá las lecciones oportunas, como hemos dicho ya antes. Ello sin perjuicio de que nosotros podemos también impartírselas mediante nuestro comportamiento: no violencia, perdón, comprensión, tolerancia. O, por el contrario, respondiendo con violencia, en cuyo caso también la enseñaremos lo que se experimenta cuando se es víctima de ella, además de tener nosotros luego que aprender la lección. Los constructores de las catedrales góticas eran iniciados y sabían y querían servir a Dios y a los hombres. Por eso dedicaban toda una vida a construir un templo o a tallar una sillería, y sus obras eran perfectas, de tal modo que hoy no seríamos capaces de hacer obras así. Porque cada piedra iba acompañada de una oración y una vibración de amor y de servicio. Hemos visto que los hombres no podemos evitar servir. Pero es que eso les ocurre también a los demás seres. Así: a.- El mineral sirve al vegetal, al animal y al hombre siendo la base de sus cuerpos físicos y, además, el nutriente de los vegetales. b.- El vegetal sirve al mineral al descomponerse en minerales orgánicos que le hacen avanzar en su evolución; y al animal y al hombre, puesto que les sirve de alimento y, en muchos casos, de vestido (algodón, lino, esparto, cáñamo, etc.), de medicina (herbolarios) o de materia prima (madera, caucho, resinas, corcho, etc.) c.- El animal sirve al mineral como el vegetal; a éste polinizando sus flores, esparciendo sus semillas, alimentándolo con sus deyecciones; y al hombre sirviéndole de alimento, ayudándole en sus labores, defendiéndolo, haciéndole compañía y hasta vistiéndolo: lana, pieles y plumas. d.- Y el hombre sirve al mineral como el vegetal y construyendo con él miles de objetos; al vegetal ingiriéndolo y ayudándole en su evolución, sembrándolo, seleccionando sus especies, cultivándolo, abonándolo, etc.; y al animal ingiriéndolo, seleccionando sus especies, adiestrándolo, etc. Las Bellas Artes (arquitectura, escultura, pintura, danza, poesía, prosa literaria, teatro, cine y música no son sino la prestación de servicios que nos elevan y nos aproximan a la Belleza de Dios. Los medios de comunicación (prensa, radio, TV y, recientemente, Internet, la telefonía móvil, etc.), por su parte, nos permiten conocer los hechos, los sucesos, los acontecimientos y las opiniones, las ilusiones, las actuaciones y los esfuerzos ajenos, que nos prestan los correspondientes servicios, aumentando nuestra información y, con ello, nuestro discernimiento y nuestra capacidad de decisión. En última instancia, todas las virtudes no son sino aspectos del amor y, por tanto, del servicio: Fe, esperanza, caridad, junto con la prudencia, justicia, fortaleza, templanza, como así también la humildad, largueza, castidad, paciencia, diligencia, entre muchos otros. Las sociedades más avanzadas son aquellas en las que el sector “Servicios” (educación, sanidad, transporte, comunicaciones y distribución) ocupa a la mayor parte de la población, a diferencia de las más atrasadas, que dan trabajo a la mayoría de la población en los sectores primario (agricultura y minería) y secundario (fabricación y manufacturación). El país más evolucionado, el que más servicios presta. No hay nada inútil o que no sirva para nada o que no sea aprovechado por alguna manifestación de vida. Ése el argumento del gran guión concebido por el Creador para Su obra que, como todas las obras clásicas, no tiene personajes innecesarios ni superfluos. Visto todo lo que antecede, ¿por qué es conveniente el estudio? Porque, cuanto más se sabe, mejor y a más seres se puede servir. El minero sirve, pero el Ingeniero de minas puede servir a muchas más personas. El analfabeto sirve, pero el literato llega, y por tanto sirve, a muchas más personas. El profano en ocultismo, puede ayudar mucho, pero el estudiante, que conoce las leyes del pensamiento y de los deseos, y está familiarizado con las leyes cósmicas y naturales, puede ayudar mucho más y con mucha mayor eficacia. El mundo, la Creación toda es, pues, un conjunto aparentemente heterogéneo, pero integrado, estructurado, armónico y equilibrado sólo por el servicio, manifestación exterior de su cara interna que es el amor. Todos, pues, servimos. Y todos somos servidos. Sin excepciones. En todos los sentidos, en todos los aspectos y a todos los niveles. Con lo cual, al final, todo queda equilibrado. Por eso el mal karma, los actos negativos, el daño realizado, sólo se pueden pagar con servicio. Es la única manera. Si consideramos que todo lo que hacemos sirve a alguien porque, tanto si lo hacemos bien como si lo hacemos mal, se convertirá en bien, comprenderemos la grandeza y la sencillez de la concepción divina de la Creación. ¿Qué diferencia hay entre la madre Teresa de Calcuta y un carpintero? La primera dedicó toda su vida y todas sus energías a servir y sirvió voluntariamente, sabiendo que servía. El carpintero sirve sin saberlo y sin dedicar a ello más que la energía y el tiempo estrictamente necesarios. Por eso la labor de la primera es mayor, más elevada y más positiva, para ella y para los demás. Pero los dos sirven al prójimo. El Lavatorio de pies, se debe al servicio que los apóstoles habían prestado a Cristo como discípulos suyos. Porque, sin discípulos no es posible el maestro. Y el maestro debe a sus alumnos el haberle hecho esforzarse por exponer las cosas de modo comprensible y por responder a sus preguntas y por resolver sus dudas. Hay maestros que aconsejan a sus discípulos: “Haced lo que yo digo y no lo que yo hago”. ¿Es desfachatez o humildad? San Pablo decía aquello de que “lo que quiero hacer no lo hago y, en cambio, hago lo que no quería hacer”. Wagner, en su ópera Parsifal hace a éste dar las gracias a Amfortas porque, con su dolor, consecuencia del pecado, le enseñó y le evitó caer en el mismo error. Y Parsifal le agradece el servicio en una conocida aria titulada “Nur eine Waffe taugt”, “sólo un arma sirve para curar tu herida: la misma que la causó”. Max Heindel: “El servicio amoroso y desinteresado al prójimo es el camino más corto, más seguro y más gozoso hacia Dios”. Nuestro servicio dominical es servicio, porque venimos a evocar una energía que ha de beneficiar a otros, que están maduros para ello, atrayéndolos … “El que quiera ser el primero, sea el último y el servidor de todos” “Compórtate con los demás como a ti te gustaría que los demás se comportasen contigo. Y, ¿cómo te gustaría que se comportasen contigo? Haciendo todo lo posible por que fueras feliz, por que tuvieras lo que deseas, por que vieras realizados tus ilusiones, por que estuvieras sano, siendo amables contigo… en una palabra: sirviéndote. ¿Qué fue la Redención sino un servicio? ¿Y qué siguen siendo las venidas anuales de Cristo para constreñirse seis meses en la Tierra, sino un servicio continuado durante miles de años? Las doce Jerarquías Creadoras (Xeofines, Terafines, Serafines, Querubines, Sres. de la Llama, Sres. de la Sabiduría, Sres. de la Individualidad, Sres. de la Forma, Sres. de la Mente, Arcángeles y Ángeles, más la Jerarquía compuesta por hombres más evolucionados) no han hecho ni hacen otra cosa que servirnos, ya que nos están, permanentemente, ayudando a evolucionar. Hasta los Luciferes lo hacen, si bien por el camino de la izquierda. Pero nos sirven. Lo mismo que los elementales y los Espíritus de la Naturaleza, sin los cuales serían imposibles nuestro cuerpo y su funcionamiento.