“En verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán.
Porque como el Padre tiene la vida en sí mismo, así dio también a su Hijo, tener la vida en sí mismo. Y le dio el poder de ejercer el juicio, porque es el Hijo del Hombre.
No os maravilléis de esto; porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz. Y los que hicieren el bien, saldrán para la resurrección de la vida; y los que hicieran el mal, para la resurrección de la condenación.
Yo no puedo de mí mismo hacer cosa alguna; como oigo así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, más la voluntad del Padre que me envió.
Si yo testifico de mi mismo, mi testimonio no es verdadero. Hay otro que testifica de mi, y sé que el testimonio que él da de mi es verdadero.”
San Juan, 5:25-32
Una promesa que satisface al Alma, de orden futuro, cuando el hombre vivirá noble y bellamente, – como es merecedor por herencia divina- puede ser encontrada en este santo discurso de Cristo Jesús, sobre el misterio de la relación del Hijo con el Padre: el misterio de la Santísima Trinidad. Realmente, el tiempo se acerca – y en el corazón de muchas personas ya se estableció- en que aquellos que antes estaban “muertos”, en el materialismo, oirán la voz del Dios interno, llamando su atención hacia la verdad; y comenzarán a vivir de acuerdo con la ley espiritual.
Cada ser humano, como chispa diferenciada de la Gran Llama que es DIOS, tiene dentro de sí, la potencialidad para convertirse en un Dios, ejemplificando los poderes que son atributo de nuestro Divino Creador.
El segundo Aspecto de este Ser Triuno – DIOS- es Sabiduría- Amor, el Aspecto Cristo. Y, así como es arriba es abajo, cada ser humano tiene dentro de sí una chispa de los Aspectos de Cristo y del Padre, y puede desarrollar este poder en proporción al esfuerzo para expresar las cualidades de Cristo en su vida cotidiana.
El hombre vivirá de manera noble y bella
La promesa de la resurrección en su plenitud, expresa las bendiciones provenientes de la ley divina, la seguridad que la justicia eterna nos da que recogeremos aquello que sembremos. Si esto sucede al fin de un ciclo más o menos largo de la jornada evolutiva, de cualquier modo es una afirmación de la verdad cósmica de que aquellos que hicieran el “bien” o vivieran en consonancia con las leyes inmutables de la Suprema Voluntad, entran en la Resurrección de la vida- o dentro de las nuevas condiciones de un paso hacia arriba en la espiral evolutiva.
De acuerdo con la misma verdad, aquellos que practicaran el mal, o se rehusaran a vivir en armonía con los principios espirituales, son perjudicados con la demora en su peregrinación evolutiva.
La Voluntad del Padre debe ser completada en cada ciclo de evolución y este poder es una Gran Fuerza, que motiva al universo. Por medio de la Divina Intersección, la venida de un Rayo del Cristo Cósmico a la Tierra, como su Espíritu Planetario, marcando el camino de la Iniciación y tornándola una posibilidad para todos, la Voluntad del Padre se evidencia cada vez más.
En los acontecimientos anuales que acompañan el ciclo de las estaciones, sentimos tangiblemente el trabajo que realiza la Voluntad Divina. Y en la Pascua de Resurrección, celebramos un evento que significa para la humanidad, la promesa de Vida Eterna. La gloria de la caminata, siempre adelante del Espíritu Inmortal, brilla a nuestro alrededor, como Espíritu Triunfante.